1. Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.
Vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.
2. Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.
Pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.
3. Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.
Pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.
4. Para que nunca busque recompensa
al dar mi mano o pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.
Pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.