1. A ti, a ti que no dices lo que nos sitia y amarra.
A ti, que callas y otorgas. A ti que no dices nada.
A ti, que tienes selladas la conciencia y la palabra.
A ti, que no pones nunca tu granito en esta playa,
donde todos contenemos el lento rencor del agua.
A ti, que tienes el mundo en el centro de tu cama
y consideras al hombre como una idea lejana.
A ti que siempre te ocupan tus problemas y tus ansias,
tus muebles y bodegones, tus negocios y tu casa
y olímpicamente vuelves a nuestro pueblo la espalda.
A ti te digo que el mundo es más grande que tu casa,
más bella la libertad que el forro de tus butacas,
más importante que tú, lo que en la calle reclaman
los hombres que desconoces por ser lejana su causa.
ES HORA DE DESPERTAR, LEVANTA TU FRENTE AL ALBA
Verás al pueblo que viene, por nuestras calles avanza,
Verás al pueblo que viene, estrenando la mañana.
2. A ti, que te caen muy lejos el dolor y la esperanza,
y que no quebrantas nunca por los demás una lanza,
que no te apena la pena que a los demás atenaza,
que no compartes con nadie tu corazón y tu casa,
que no lloras con los ojos que las lágrimas arrasan.
A ti, que tienes de noche las espaldas bien guardadas
mientras la casa del hombre el terror nocturno allana.
A ti, que ignoras que hay hombres que de sol a sol trabajan
y niños que no conocen el hambre de pan saciada.
A ti, que cierras los ojos para no ver lo que pasa.
A ti te digo que el mundo es más grande que tu casa,
más bella la libertad que el forro de tus butacas,
más importante que tú, lo que en la calle reclaman
los hombres que desconoces por ser lejana su causa.
ES HORA DE DESPERTAR, LEVANTA TU FRENTE AL ALBA
Verás al pueblo que viene, por nuestras calles avanza,
Verás al pueblo que viene, estrenando la mañana.