1. De madrugada vino a mi barca,
de madrugada sentí sus palabras.
De madrugada él nos hablaba,
nos animaba su fuerza y su voz:
Seguidme y os haré pescadores de otro mar.
Seguidme y seréis los testigos de la verdad.
Seréis mis mensajeros, llevaréis la paz.
2. En la montaña todos le esperan,
todos se alegran con su presencia.
Él les revela la senda perfecta,
la buena nueva del Reino de Dios.
Dichosos los pobres de espíritu, dichosos son.
Dichosos los mansos, los limpios de corazón.
Dichosos si os persiguen, por llevar mi voz.
3. Serán dichosos los que me escuchan,
los que me siguen hasta la cruz.
Seréis dichosos todos si encendéis su luz.
Alegraos, será vuestro el reino del cielo.
Alegraos y tendréis un tesoro en el cielo,
no temáis si os persiguen por llevar mi voz.