HÁBLAME, MARÍA, DE JESÚS,
NADIE ME PUEDE HABLAR DE ÉL COMO TÚ.
HÁBLAME DE TU HIJO, DE TU DIOS, HÁBLAME, HÁBLAME.
HÁBLAME, MARÍA, DE JESÚS
CUANDO ESTÁS DE PIE ANTE LA CRUZ
ACOGIENDO EL NACIMIENTO DE OTROS HIJOS
DE TUS LABIOS BROTA UN NUEVO “HÁGASE”.
1. Te hablaré de aquel momento en que el Ángel me anunció
que de mí nacería el Mesías, Salvador.
Te diré que al abrazar entre mis manos al Señor
abracé su Voluntad, le entregué mi corazón.
Quiero hacerte comprender por qué en silencio y humildad
quiso Dios acercarse y al hombre salvar.
2. Te hablaré de su niñez, su despertar, su juventud,
Te haré ver sus sentimientos, sus deseos, su inquietud.
Fue creciendo su amor hecho de gestos sencillos,
Siempre dio felicidad olvidado de sí mismo.
Y en su conciencia maduró su ser Hijo de Dios,
Seguí de lejos sus pasos cuando el amor predicó.
3. Grande fue mi sufrimiento porque el mundo no entendió
Que Aquél a quién condenaba fue juzgado porque amó.
Quise haber muerto por Él, pero Yo necesitaba
de su vida y su salvación, de su sangre derramada.
Ante mi Hijo muerto en Cruz Yo también puedo decir
Con esperanza en el alma: “Me amó y se entregó por mí”.