EN TUS MANOS, SEÑOR,
ENCOMIENDO MI ALMA.
EN TUS MANOS, SEÑOR,
HOY PONGO MI ESPERANZA.
1. Ayúdame, Señor, a liberarme
de los clavos de mi gran cobardía,
de las hieles que deja el desencanto,
del pozo al que me arrastra mi rutina.
Y clávame en la cruz de la constancia,
y cíñeme de fuerza y valentía
para que aprenda pronto y con empeño
a cargar con la cruz de cada día.
2. Ayúdame, Señor, a liberarme
del castillo en que habita mi soberbia,
de la red que ha tejido mi egoísmo,
del peso con que empuja mi indolencia.
Y clávame en la cruz de la renuncia,
y cíñeme de luz y de esperanza
para que se transforme mi calvario
en un signo de bienaventuranza.