EL ALZAR DE MIS MANOS, SEÑOR,
SUBA A TI, COMO OFRENDA DE LA TARDE,
Y EL CLAMOR DE MI HUMILDE ORACIÓN,
SUBE A TI, COMO INCIENSO EN TU PRESENCIA.
1. Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios
y no dejes Señor,
que se incline a la maldad mi corazón.
2. Mis ojos, Señor, están vueltos a ti.
En ti me refugio, no me abandones.
Guárdame del lazo que me han tendido,
líbrame de la trampa del malhechor.