Madre del alma mía,
Reina del cielo, (bis)
Estrella del consuelo,
Virgen María.
De amores de ternura,
Reflejo Santo, (bis)
Iris de la esperanza,
que endulza el llanto.
Vuelve Madre del alma,
tus dulces ojos,
al que hoy gime,
en este Valle de abrojos.
Mírame Virgen Pura,
como en los días,
en que al llamarte Madre,
me sonreías.
En que al llamarte Madre,
me sonreías.